Budare o plancha es
el nombre con el que se le conoce en Venezuela al utensilio
dónde se cocinan las cachapas, es de metal delgado y se
coloca al fuego con aceite, y es necesario que esté bien caliente
para colocar la mezcla. El maíz triturado,
molido o rallado es protagonista indiscutible de la receta y cuándo las cachapas están
listas es costumbre comerlas con mantequilla, crema de
leche o nata, queso, bien sea rallado o de
mano y jamón; se toman con la mano o puede usarse
cuchillo y tenedor.
Miranda era la
tierra que ocupaban los indígenas creadores de esta delicia
local, y el maíz era el cereal que veneraban por sus múltiples usos
y preparaciones, entre ellas reinaba la cachapa, aunque aún no era conocida por ese nombre, y siempre fue una tortilla hecha
con una mezcla espesa de maíz, leche y un toque dulce;
en principio este venía del papelón pero con la evolución llegó el
uso del azúcar.
San Isidro Labrador, santo de los agricultores, era la deidad homenajeada por los aborígenes en la siembra del maíz, costumbre que aún se mantiene en varios poblados agrícolas de Venezuela.
El maíz era visto como el grano o cereal
divino, conocido como oro en grano, fue tan adorado que los cristianos lo
adoptaron para sus cultos y ofrendas, además de
cultivar costumbres como la del día de San Isidro
Labrador. Debido a esto la cachapa es sinónimo de
remembranzas ancestrales de un pasado lleno de sabor venezolano.
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